Así acabó el ciclo escolar, en la Escuela de Laudería de Querétaro, sin estudiantes ni maestros. La pandemia dejó proyectos inconclusos, aquella viola y aquel chelo lo continuará el estudiante en turno. Dejamos los instrumentos que con tanta dedicación hicimos, nunca fueron nuestros, pero se sentían como propios. Y así cada quien dejó su huella, en instrumentos y en anécdotas.
Dejamos la escuela de manera abrupta, sin la remota idea de que aquel día sería el último de clases, al menos en la escuela. Egresamos como pudimos.
Y así queda el taller Sacconni, vacío. Sede de enseñanza del maestro Antonio Ontiveros, nuestro guía en construcción, y la maestra Tania Zepeda, en restauración. Qué dicha fue ser su estudiante. Esperando que pronto esa aula vuelva a llenarse, aunque ya será con nuevas generaciones.
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